Final de la historia de más abajo
…con los ojos vendados me encontraba, solo escuchaba voces y risas y nada más. Todo comenzó cuando el circo llegó a la esquina de mi casa, y con mi papá y hermano fuimos a verlo. Todo parecía normal hasta que uno de los dos payasos me señaló con el dedo para que fuera participante de su rutina. Yo muy nervioso accedí y no entiendo cómo me vi dentro de aquel círculo en el cual nunca había estado, me parecieron horas el estar allí, pero a la vez segundos. Me vendaron los ojos y comenzaron a dar órdenes: salta la cuerda, salta y muévete a la derecha y a la izquierda. Ese corto tiempo es hoy para mí una laguna mental y motivo para la reflexión. Hay muchos momentos en la vida en que estamos cegados por diversas circunstancias y motivos, cerrados a toda posibilidad de caminar libres y sin ataduras.